25/marzo/2025 EN BUSCA DE RESPUESTAS
*Nota: las letras en azul o gris lo va a dirigir directamente a las redes donde compartí lo que vas a leer aquí.
Comparto con ustedes una duda que recibimos a través del correo electrónico del ministerio de la Sra. A., San Sebastián, Puerto Rico. Ella nos escribe que mientras leía mi Blog, le surgió una pregunta: ¿podrías ayudarme a entender cuál es la diferencia entre rezar y orar? Estoy segura de que su perspectiva me será de mucha ayuda.
RESPUESTA:
Muchísimas gracias por tu hermosa carta y por confiar en nuestro ministerio. Me llena de alegría saber que mi testimonio resonó en su corazón y que pudiste entenderlo claramente.
Dar gloria a Dios por medio de lo que Él ha hecho en mi vida es uno de mis mayores deseos, y saber que ha sido de bendición para ti me anima muchísimo.
Respecto a su pregunta, claro que estaré encantada de ayudarle a aclararla.
Anécdota
Les cuento que un día en “Kindergarten", cuando la madre superiora visitó nuestro salón. Su presencia siempre inspiraba respeto y curiosidad entre nosotros, los más pequeños. Aquella vez, su misión era corroborar el conteo de estudiantes y asegurarse de que supiéramos pronunciar correctamente nuestros nombres completos.
Cuando llegó mi turno, la madre superiora se acercó a mí con una sonrisa amable y me preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". Con la inocencia y seguridad de una niña, le respondí sin titubear. Ella me felicitó por mi claridad, pero hubo algo más que captó mi atención: un aroma dulce y delicado que parecía envolverla. Sin pensarlo dos veces, le pregunté: "¿Por qué huele a rosas?".
La Madre Superiora se inclinó hacia mí y, con paciencia, me explicó que llevaba consigo un rosario hecho de pétalos de rosas. Me contó que minutos antes de entrar a nuestro salón, había estado rezando una plegaria con él. Sus palabras me dejaron fascinada, pero mi asombro creció aún más cuando sacó de su bolsillo un pequeño envase plástico blanco. En su interior, guardaba un rosario elaborado con pétalos de rosas, tan delicado y hermoso que parecía una joya sagrada.
Luego nos dijo a todos los niños que algún día también todos tendríamos nuestro propio rosario para hacer las plegarias y pedir la protección de la Madre de Dios, la Virgen María a la misma despidiéndose.
Durante el receso, no todo era juego y diversión. Recuerdo que, en ocasiones, las monjas nos llevaban afuera del salón, bajo la sombra de unos grandes y frondosos árboles verdes que parecían tocar el cielo.
Aquellos momentos tenían un aire de solemnidad y paz. Las monjas nos reunían en círculo y nos enseñaban a rezar, guiándonos con paciencia y dedicación. Nos mostraban sus rosarios, cada uno con cuentas que brillaban bajo la luz del sol, y nos explicaban cómo usarlos para rezar la oración básica del Ave María.
Era fascinante ver cómo aquellas mujeres, vestidas con sus hábitos, transmitían su devoción con tanta sencillez y amor. Sus palabras y gestos nos invitaban a descubrir un mundo, aunque lleno de tradiciones y costumbres, para nosotros, los niños y niñas, era tan misterioso como intrigante.
El rezar es parte del Catecismo Católico, que se trata de plegarias que son parecidas a los Salmos y son parte de la tradición católica.
Por ejemplo, la plegaria conocida como el Avemaría, se rezaba de la siguiente manera:
[[ Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ]]
Era un proceso de adoctrinamiento contínuo, cuando las monjas nos enseñaban a rezar el rosario, aunque era solo una niña, sentía una conexión profunda y especial con la Virgen María, como si ella estuviera allí mismo escuchando cada una de nuestras palabras.
Los rezos repetitivos que las monjas recitaban, continuaron añadiendo plegarias preestablecidas como el Padrenuestro, según la tradición católica.
Me llamaba mucho la atención la devoción que mantenían entre ellas hacia la Virgen María y el orden que hacían todo.
Las monjas nos hablaban de la Madre de Dios, como una madre amorosa y protectora, y eso despertaba en mí un deseo sincero de honrarla y seguir su ejemplo.
Recuerdo que, mientras sostenía las cuentas del rosario que las monjas nos prestaban, anhelaba con todo mi corazón tener uno propio.
Soñaba con el día en que pudiera tener mi rosario entre mis manos, un objeto sagrado que me permitiera acercarme aún más a Dios y a la Virgen.
Quería comenzar a rezar por mi cuenta, a sentir esa conexión espiritual en cualquier momento, no solo durante aquellas enseñanzas bajo los árboles.
Era un anhelo puro, nacido de la inocencia y la fe de una niña que buscaba respuestas y consuelo en algo más grande que ella misma.
Sin embargo, cuando adquirimos la madurez como ministros competentes de un nuevo pacto, entendemos que solamente podemos relacionarnos con Dios por medio del Espíritu Santo que habita en nosotros.
De manera que el haber sido introducidos en el Nuevo Pacto por medio de la muerte y la resurrección de nuestro SEÑOR JESUCRISTO, tenemos la libertad de expresar nuestras más profundas emociones y peticiones delante del trono de la gracia, sin la necesidad de que una institución religiosa nos sirva para interceder por nosotros delante de Dios.
Cuando comencé a estudiar la Biblia sin filtros, sin tradiciones ni vanas repeticiones, descubrí uno de los pasajes bíblicos que abrieron mis ojos al leer la epístola a los Romanos que fue escrita por el Apóstol Pablo, escribió lo siguiente:
Romanos 8:25-27 (NTV)
pero si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza). Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios.
La práctica de rezar en la tradición católica, implica el uso de plegarias preestablecidas y repetitivas, como el Avemaría o el Padrenuestro, a menudo acompañadas de objetos como el rosario.
Estas prácticas, aunque llenas de devoción y significado para quienes las realizan, pueden limitar la expresión personal y espontánea de la fe.
Por otro lado, orar, como se enseña en el Nuevo Pacto, es un acto íntimo y directo con Dios, donde podemos expresar libremente nuestras emociones, peticiones y gratitud, guiados por el Espíritu Santo.
No necesitamos intermediarios, ni fórmulas específicas, pues Jesucristo nos ha dado acceso directo al Padre. Como leí anteriormente, Romanos 8:26-27, el Espíritu Santo intercede por nosotros, incluso cuando no encontramos las palabras adecuadas.
Que esta reflexión le ayude a profundizar en su relación correcta con el SEÑOR y a encontrar en Él la sabiduría y guía que necesitas.
Una pregunta relacionada al tema que recibimos en anonimato: ¿por qué los católicos piden protección divina a la Virgen María?
RESPUESTA:
Según el Catecismo Católico, la primera parte de la profesión de la fe, en la segunda sección del capítulo tercero en el artículo 9:
“... La Santísima Virgen «es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de "Madre de Dios", bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades…
Una de las dudas que tenía cuando abracé el protestantismo era, ¿por qué los evangélicos pentecostales y carismáticos “rezan” (repetían) el Salmos 91 para protección?
Escuche a un pastor decir una vez que si uno asusta a un evangélico, sale corriendo un católico.
Mientras estudiaba buscando respuestas observe que en el Nuevo Testamento no existe mención que enseñe a recitar el Salmos 91 para protección, ya que los que hemos sido llamados para salvación y justificados por los méritos de Cristo, venimos a morir y a resucitar juntamente con JESUCRISTO quien produce en nosotros una nueva criatura, la cual es añadida a él.
De manera que, como coherederos del reino de los cielos, somos partícipes de los medios de la gracia de Dios y nos son añadidas todas las promesas bíblicas, por lo que el libro de los Salmos no puede ser tomado como una “plegaria” en la cual pedimos a Dios protección y bendiciones que ya hemos recibido por medio de JESUCRISTO.
Sino que se trata de una pedagogía que nos enseña los atributos de Dios y a que tenemos derecho en el reino de los cielos, tomando como ejemplo la oración de los apóstoles en tiempos de persecución, en la que se encuentra ausente la práctica de recitar Salmos para protección.
Hechos 4:27-30 (NTV)
Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Con la salvedad de que, aprendí que cuando efectuamos una oración podemos mencionar un Salmos u otra porción escritural como referencia de forma pedagógica como un medio de enseñar la Palabra de Dios a otros, igual que los coritos tienen un contenido pedagógico que enseña la Palabra de Dios.
Leamos que enseñó nuestro SEÑOR JESUCRISTO, sobre la oración:
Mateo 6:7-8 (LBLA)
Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis.
Le ruego a Dios que los guíe a toda verdad en sabiduría en las Escrituras.
María Izabel Mestre
Profeta de Yom Teruah Ministries ®
Pentecostales Reformados
Carolina, Puerto Rico
profetamariaimestre@gmail.com